Texto de la pieza escénica APPRAISERS/Las Cosas, presentada en Teatro Pradillo 2016.
Escrito por Quim Bigas con cruzes de Roberto Fratini
Este lugar estaba antes de nuestra llegada. Nuestra llegada simplemente ha permitido que este lugar existiera para nosotros. No todos los lugares son lo mismo. No todas las presencias son las mismas. R dice que hay una diferencia entre espacio y lugar. R dice que el espacio es el concepto fetiche de la danza moderna y que quiere aludir a una extensión abstracta y vacía, un especie de absoluto, al tipo de hueco virginal que la danza ha siempre tenido la arrogancia de querer fecundar. El LUGAR, al contrario, dice R, es relativo, connotado, lleno de cosas e, incluso, memorial. El principal factor de su relativización es precisamente el hecho de que “estuviera” antes de nuestra llegada (y de que estará cuando nos hayamos marchado). En su dimensión más esencial (que en cierto sentido aparece o emerge solo en la soledad de una extensión consigo misma) el Espacio es por definición lo habitable. El Lugar es por definición inhabitado (precisamente porque fue o será habitado). El espacio atañe al poder. Tal vez el lugar tenga más que ver con la impotencia.
Los espacios se ocupan y los lugares se van transformando. Este lugar se está transformando.
A (hora exacta del momento en que estás leyendo) de este día, podemos decir que aquí no va a ocurrir nada más que no esté ocurriendo ahora mismo. De todas formas, nuestros ojos no pueden ver todo a la vez; por ese motivo los movemos y nos movemos. El movimiento emerge de nosotros sin necesidad de ser considerado como tal. Nuestro movimiento es constante. Nuestra búsqueda es constante. Somos constantes. Hay quien dice que el ojo esta densamente conectado con todos nuestros sentidos. El ojo esta densamente conectado con nuestros sentidos. Ver es, entre otras cosas, tocar. B dice que No es que simplemente nos movamos por el hecho de ver; es que, en buena medida, mientras nos acostumbramos a producir un censo a distancia de las cosas del mundo a través de las imágenes, también aceptamos renunciar a una parte de nuestra movilidad.”. Por ver, hemos dejado de movernos. Y para movernos, necesitamos ver.
El día que veamos un hierro, lo toquemos y sea líquido como agua o veamos un neón, lo toquemos y sea duro como un hierro o veamos otro hierro, lo toquemos y sea suave como el linóleo, o veamos otro linóleo, lo toquemos y sea caliente como un foco o toquemos una cara y se nos resbale como un hielo, o que veamos un hielo y sea duro como la madera, que toquemos una madera y sea intocable como las partículas de polvo, que veamos polvo, lo toquemos y sea pesado como el plomo, que toquemos un cable y nos muerda los dedos… Ese día, nos vamos a cagar.
De todo lo que sabemos, ¿Qué no está conectado con la memoria? ¿Qué no nos transporta a otros lugares? ¿Cuántas sillas distintas podríamos dibujar si dibujáramos “LA SILLA”? ¿Y “LA MESA”? ¿Qué pasaría si no sale nadie más a escena? ¿Y si este espacio se queda vacío esperando a que nosotros le demos la existencia que siempre ha estado buscando ? ¿Y si no podemos dar existencia a este espacio porqué nunca ha tenido? ¿Y si sólo nos guiamos por el deseo de dar sentido a la propia necesidad humana? ¿Y si empezáramos a observar solo por la acción de observar y no la de reconocer? ¿Cuántas veces al día miramos a las cosas? ¿Cuántas veces al día miramos a las cosas y, con esa acción, las tocamos y las olemos ? ¿Y si observamos sin la propiedad que implica el acto de empoderamiento que nos otorga la mirada, sin poner en duda sus atributos como propiedades de las cosas? ¿Creéis que podríamos crear otro mundo si viéramos de forma distinta? ¿Y si pudiéramos ver con una mirada que en lugar de ordenar, desordena? ¿Es posible unificar aquello que vemos? ¿Podríamos crear otro tipo de consciencia si nombramos las cosas de forma distinta? ¿Conoces las realidades de primer orden?
¿Por qué en un espacio se le da más importancia a las paredes o a los focos que a los enchufes? ¿Cuántas cosas estamos dispuestos a dar por supuestas? ¿Crees que puedes ver en tiempo real? ¿Crees que hay cosas en tu retina que te impiden ver tan bien como los otros? ¿Has pensado alguna vez que las pupilas de la gente que tienes alrededor son distintas? ¿Qué ves cuando tienes los ojos cerrados? ¿Qué es lo primero que ves cuando abres los ojos otra vez? ¿Y si lo repites? ¿Qué ves cuando tienes los ojos cerrados? ¿Qué es lo primero que ves cuando abres los ojos otra vez? ¿Y si lo repites? ¿Qué ves cuando tienes los ojos cerrados? ¿Qué es lo primero que ves cuando abres los ojos otra vez? ¿Hasta qué punto crees que la repetición existe? ¿Has hablado alguna vez con algún amigo sobre lo que ven tus ojos? ¿Te has dado el espacio para observar que el mundo es redondo si realmente rodeas el infinito? ¿Qué te dice tu cuerpo cuando observas? ¿Crees que la mirada crea cuerpos? ¿Qué ves si digo la palabra MAR? ¿Cuántos cuerpos reconoces en ti? ¿Y en los otros? ¿Consideras la información que recibes con tu cuerpo más relevante que la información de otros cuerpos? ¿Cuántas cosas conoces que no están afectadas por la actividad humana? ¿Crees que los humanos podemos hablar de realidad? ¿Crees que la realidad es un argumento para tener razón? ¿Cuántos libros lees al año? ¿Y a la semana? ¿Y al día? ¿Y a la hora?
¿Te preocupa mucho “ser útil”?
Útil es el enchufe que permite que esta luz te enseñe el espacio. Útil es más el material con el que se ha hecho esta pared que la pared en sí. Útil es el viento que pasa entre las puertas y los agujeros que atraviesan este espacio. Útiles son las piernas de la silla más que el respaldo. Útiles son los clavos y el cemento. Útiles son los cables y el sistema de tuberías. Útil es que alguien lo diga para que la gente se pueda posicionar en ello. Útil podría ser pensar.
Pensar, por ejemplo, en la utilidad. T ha querido hablar de utilidad y abuso como algo intrínsecamente ligado. Aunque parezca raro, la diferencia entre uso y abuso entronca en todo un discurso sobre la propiedad (de nuevo) y el significado de la propiedad como modelo de la relación entre lo humano y el mundo dado. Existe, ahora mismo, a nuestro alrededor, un abuso al mundo dado y una utilidad de lo humano. Útil es anunciar que en este espacio han pasado muchas personas y algunas han abusado de él. Útil es negar la corporalidad de esta voz debido al abuso que han generado ciertos cuerpos en ciertos contextos. Útil sería amar lo que nos rodea por su potencia. Útil es la constatación de este lugar y sus cosas. Útil es disparar el pensamiento como algo que tiene lugar. Útil podría ser pensar en este lugar.
Pensar en la relación de tu cuerpo con este lugar, con otros lugares: con la pared, con las fundamentos, con el marco de la puerta, con el vidrio, con lo químico, con un cuerpo escribiendo esto delante de un ordenador pensando en nosotros, pensando en un espacio que quiere ser visto, pensar en la paradoja de toda acción,… pensar en el encuentro.
Este encuentro. Este encuentro que no busca más que estar aquí, estar contigo e invitarte a estar con-todo.
En este espacio, hay un libro. De hecho hay dos. Uno de ellos es de Juan José Millàs. Hacía la página 45 del libro, el nombre de la chica más repetido hasta el momento, tiene un ataque de ansiedad. La ansiedad le es provocada debido a que se siente rodeada de sustantivos y no puede soportarlo. La cosa es un sustantivo que contiene otras cosas que también son sustantivos que son sustantivos. Incluso la palabra sustantivo es un sustantivo. ¿Qué pasaría si intentáramos nombrar todo lo que nos rodea? ¿Qué pasaría si todos esos nombres estuvieran esperando por su momento de existencia? ¿Qué pasaría si no pudiéramos distinguir entre aquello que usamos y aquello de lo que hemos abusado? La luz, el foco, la bombilla, el hierro, el gancho, la cadena, la pared, la marca, la mancha, el boli, la tinta, el papel, los clavos, los altavoces, el aluminio, el reflejo, el polvo, la moneda, la marca, la otra marca, el extintor, la columna, la cintailante, la rejilla, la otra rejilla, la otra rejilla, la brida, el mosquetón, el otro mosquetón, el enchufe, el alargo, la regleta, el hilo, la escalera, las sombras, la caja, el sonido, la luz, el aire, la barra, las barras, la otra silla, las pestañas, el papelito, el boli, la marca, la señal, el detector, la tela, la cuerda, el suelo, la hormiga, vocabulario técnico… (sigue nombrando sustantivos de cosas que hay en el espacio donde te encuentras. Levanta la cabeza del papel. Aproximadamente 3 minutos.)
Y todo esto estaba antes de nuestra llegada y se quedará cuando nos vayamos. Nuestra presencia ha permitido que esos sustantivos formaran parte de nuestra presencia y, en cierto modo, afectaran nuestra forma de ver el mundo. Ver es sentir. Ver es escuchar. Ver el mundo es permitir que el mundo este tanto en ti como fuera de ti. Es entender esa retroalimentación que ocurra al ver, reconocer, volver a ver y reconocer, ver, reconocer, volver a ver y reconocer. Esa retroalimentación que nos permite que las cosas no sean simplemente cosas sino todo aquello que nos queda por conocer. Y ese deseo a saber, al conocimiento, nos ha llevado a movernos. A poner el cuerpo. Y sí. Sabemos que una mesa es una mesa porque hemos estado a su alrededor. B2, dice que Sabemos la forma de las cosas porque, de alguna forma u otra, las hemos rodeado. Estas cosas son afectos y consecuencias de cuerpos y experiencias como la nuestra. Somos cuerpos con afectos de objetos y rastros de cuerpos. Somos objetos con afectos de cosas. Somos cuerpo-cosas.
Alguien podría entrar ahora mismo y observar nuestro rastro a través de las cosas. A través del aparente cementerio que hemos dejado atrás; observar lentamente sin saltarse absolutamente nada. Viendo sin reconocer. Dejando que todo sea lo que ya es. Dar espacio a las cosas que están compuestas por el lugar del lugar de este espacio y que incluye todas las cosas que están aquí y que nombres como el nuestro han dejado y seguirán dejando. Nuestro mundo está abarrotado de “imágenes de cosas” que están allí para “ocupar” la visión y saturar el discernimiento. Aparcar, cada tres segundos, la mirada como un estímulo visual concebido y estudiado para ser, simplemente, un estímulo visual Es la mejor manera, en tiempos de totalitarismo espectacular, de impedir que nuestra mirada capte la plenitud de lo real. Dormimos en todas las imágenes, pero no nos despertamos en ellas. Dormimos en todas, pero no las habitamos. No habitamos para seguir dejando lugares; dejando rastros; dejando cosas…